Perdiendo la voz de boda en boda

Blog: Perdiendo la voz de boda en boda

Llegan las fiestas de Santa Tecla a Tarragona y el amor flota en el aire. Esta vez no tenemos una boda, tenemos dos el 23 de septiembre.

La primera parada era en la boda motera de Anahí y Edu en el Ronin, lugar de culto de los moteros de Tarragona que conocemos muy bien. Fuimos a montar por la mañana esquivando motos enormes y un Cadillac clásico mientras estorbábamos en las fotos nupciales.

El montaje fue algo complejo ya que, para ahorrar tiempo, aprovechamos el equipo del Ronin. Hicieron falta unos minutos para que Fran se hiciese con el control de los mandos y pudiéramos sonar por las enormes PA del local.

Con todo probado fuimos a casa de Fran a comer pollo, hablar de la vida y en el caso de Pablo a descansar, le venía una tarde movidita de doblete a nivel vocal. Después de los cafés y los helados nos ponemos rumbo al Ronin para que Edu y Anahí dieran la nota en su boda. Empezamos tan fuerte que Fran rompió cuerda en el primer tema del repertorio. Se le contagió la actitud motera.

Como era de esperar, los más curiosos se iban adentrando al local al ritmo de la música, temas que no dejaron de ser bailados y coreados. Eso sí, algunxs tenían que vigilar en sus bailes de no ser atropellados por los pequeños futuros motoristas que atravesaban el local con sus minibicis.

Los rock and roll que se bailaron esa tarde fueron bestiales, pero no podemos dejar de lado la participación estelar de esa tarde. Fito, nuestro contacto en el Ronin, es muy fan de Héroes del Silencio, pero se perdió nuestra interpretación de «Entre dos Tierras». No hay problema, ¡la repetimos! Y Fito la cantó con nosotros mientras le volvíamos loco con los arreglos popurrísticos que le hemos añadido. ¡No debió quedar tan mal si logró captar la atención de todo el local!

Muy contentos con la tarde de motos y rock nos dirigimos a la segunda parada del día, la boda de Vera y Xavi en Riba-Roja.

Cuando llegamos nos surgió una duda importante: tocábamos en medio del pueblo. ¿Lxs vecinxs aguantarían nuestra descarga de rock? El novio aseguraba que sí, por lo pronto nosotros íbamos a cenar mientras desalojaban la zona del concierto.

Alucinamos al ver 5 pizzas enormes, de masa más enorme, para cenar. Dos de ellas quedaron intactas y Blas quedó con ardores de tanto comer. Las pizzas, eso sí, estaban riquísimas. Estuvimos haciendo tiempo un rato después mientras Fran cambiaba la cuerda de su guitarra hasta que decidimos tomar la iniciativa e ir a montar para que no nos cogiese el toro después.

Coincidimos con varios músicos durante el montaje (¡esperamos que les gustase nuestro bolo!), la noche se antojaba fresca y nos tomamos unos cafés junto al escenario esperando la hora de comenzar. Con todo listo bien entrada la madrugada empezó el rock.

Al principio daba la sensación de que estaba siendo un cañonazo tan gordo que el público no se atrevía a estar delante, pero poco a poco se fueron soltando y acompañándonos en nuestra gesta rockera. Asistentes de todas las edades se acercaban a bailar y cantar con nosotros en un ambiente tan festivo como fresco.

Y ese fue el mayor handicap, el frío. Pablo venía de otro concierto, de horas muertas y de un ambiente que hizo que su voz resbalase en alguna ocasión, cosa que no desmereció la actuación y que pudimos terminar por todo lo alto con un «Highway to Hell» apoteósico.

Después de aquello sólo quedaba coger fuerzas de camino a casa, dormir por turnos (menos nuestro Dani, es un campeón al volante) y devolver la furgoneta antes de que el sol nos dijese que era de día.

Siempre halagados de ser elegidos por vosotrxs para vuestro día más importante. ¡Que lo que ha unido el rock siga siendo eterno!