Brillo en el «Aplec del Caragol»

Blog: Brillo en el «Aplec del Caragol»

El viernes 24 fue nuestra primera vez en el Aplec del Caragol. Decimos la primera vez porque tenemos que volver sí o sí.

En esta aventura nos acompaña nuestro amigo Albert Ramos a la guitarra sustituyendo a Fran por motivos familiares y para empezar nos llevamos al pobre chaval a la jungla.

¿Aparcar? Tarea imposible. Bueno, fue posible, a golpe de talonario. No escapamos de la zona azul ni fuera de Tarragona. Cargar hasta allí también fue una aventura ya que había bastantes metros desde la puerta de acceso.

Para quien no conozca l’Aplec es como una feria de Abril mezclado con el Rocío pero centrado en los caracoles, ¿el resultado? Una locura de casetas de collas con sus propios DJ’s o bandas musicales, muchos tiradores de cerveza gratis y rezar porque una colla te deje entrar a su Polyklyn cuando las cosas se ponen feas.

Nuestro compañero Chinchi se las vio para sacarle chicha al equipo que se quedaba corto, pero le apretó al máximo para que no faltase la fiesta en la caseta del Caragolillo Brillo.

Después de las pruebas cenamos carne a la brasa para mosqueo de nuestro mánager. ¿Cómo puede ser que una fiesta dedicada al caracol no tuviese caracoles en el menú? Pues el tío insistió hasta que encontró unos caracoles para cenar. Otra cosa no sabemos, pero Jose consiguiendo cosas es una bestia.

Llegada la hora del concierto nos ponemos manos a la obra y más pronto que tarde comienza el caos.

Ya no cabía nadie más, la gente se agolpaba en los laterales, todo se cantaba y bailaba y los primeros pogos se dejaron ver. Contamos al menos tres personas que subieron al escenario, al menos una de ellas accidentada por falta de equilibrio, un intento de crowdsurfing, un encontronazo con mánager que amablemente hacía bajar del escenario y una gran colaboración en nuestro medley de rock en español. Una liada máxima.

Después de un buen rato esquivando vasos de cerveza terminamos por todo lo alto una noche espectacular, punky como hacía tiempo que no las teníamos, nos tomamos un último refrigerio y nos pusimos en marcha de vuelta a Tarragona.

Aplec del Caragol y en especial la peña del Caragolillo Brillo, ha sido una puta pasada. ¡Queremos repetir!